Quién no ha tenido una novieta o un noviete por el que se haya sentido cautivado al primer cruce de miradas en un garito de copas. Su físico atractivo, sus maneras, su ocurrente palabrería....hasta que llega el momento de la verdad de llevartelo a la cama o de que te lleven a ti, y compruebas que le huelen los pies, ventosea o pretende darte un beso post coital al alba y le canta el aliento como el Fari al torito bravo. Toda la magia de una noche de vino y rosas se evapora en lo que dura un ronquido o un pedo. Lo único que quieres en ese momento es que se vista y desaparezca.
Lo dicho: te huele el aliento, Albert Rivera.
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