Siempre he creído que era más importante el fondo que la forma. El qué antes que el cómo. Hoy sin embargo tengo mis serias dudas. Quien tiene la razón (de fondo) puede perderla si no sabe
exponerla adecuadamente, es confuso, prepotente o poco convincente. Sin embargo quien maneja la forma es capaz de decir una cosa y la contraria al mismo tiempo, usurpar una idea ajena haciéndola
suya, parecer que te da la razón cuando te la está quitando, disimular su ignorancia con escapismo dialéctico. Pero también es capaz de hacer bueno un mal argumento o revestir de gracia un
desacierto. Cronológicamente , además, la forma siempre es antes que el fondo. Como la mano en el mus. LLeva esa ventaja.
Me viene esta reflexión con motivo del fallecimiento de Manuel Fraga al rememorar sus debates parlamentarios con Felipe González en los primeros años de gobierno socialista y aquel jefe de la
oposición. D. Manuel iba siempre con infantería pesada, argumentos contundentes, al fondo del asunto pero con una forma claramente mejorable . Felipe González era sin embargo un brillante
esgrimista de la forma, de decir sin decir nada pero muy bien dicho. Y casi siempre resultaba ganador en sus enfrentamientos, aunque no siempre tuviera la razón (de fondo) .Sigo apostando por el
fondo, por el corazón de las cosas, pero precisamente por ello debe cuidarse la forma de mostrarlo.