Siempre me han parecido excesivas las celebraciones tras un gran campeonato de futbol. Me parece excesiva la veneración a los jugadores en su paseo triunfal, podrían hacerse pipí desde el autobús y la masa aclamaría extasiada.No me interesa ver a los jugadores decir memeces o tambalearse chuzos sobre el escenario, me interesa verles jugar y ganar en el campo, que es donde demuestran su categoría. Fuera de ahí, tan vulgares como cualquiera. Hay también honrosas excepciones.