Una rosa en soledad (22-12-2011)

Dicen quienes la conocen que es terca y orgullosa. Sus detractores de uno y otro lado inciden para descalificarla en que fue dirigente del PSOE durante varios años. Sin embargo a mí Rosa Diez me pareció el único líder de la oposición que hizo oposición a Mariano Rajoy el día de su investidura. Los comunistas, con sus utopías de siempre queriendo instaurar la 3ª República; los partidos del norte jugando a la paz ficticia que amasaron con el anterior gobierno y los abertzales como paso previo a su petición de independencia; y los catalanes, elegantemente pero a lo de siempre: la pela es la pela.
Fue Rosa la única que tuvo una intervención cien por cien españolista, sin corralito propio que anteponer a los intereses de todos. De ahí que me extrañase (cada vez menos) la respuesta que le dio Rajoy en su turno de réplica, zafia y a veces incluso grosera, tanto más cuando Rosa incidía en la necesidad de reformar la Ley Electoral. Salvo con Amaiur, no estuvo el nuevo presidente tan implacable con ningún otro adversario político.Quiso Rajoy zanjar el asunto por una doble vía: primero argumentando que había cosas más urgentes que acometer (economía); bien, supongamos que es así, pero también es verdad que en otras legislaturas no había dichas urgencias y tampoco fue un tema abordado por ninguno de los grandes partidos. Además ¿ qué incompatibilidad hay entre una cosa y otra, cuando lo cierto es que una reforma así requiere de la discusión y negociación con todos los partidos pudiéndose dilatar su ejecutoria meses sino años ? El segundo argumento fue de índole cuantitativa: esto es así porque yo (Rajoy) he obtenido la mayoría de los votos y Vd (Rosa) solo un puñado de ellos. Pues bien, Sr. Rajoy permítame decirle que su argumento falla por la base, porque si en vez de esta Ley Electoral tuviésemos otra más justa a lo mejor Vd no tendría los votos suficientes para ser investido presidente, y a lo mejor estaría Vd reclamando el apoyo de los votos de Rosa y su grupo que ahora desdeña. Por ello no cierre en falso este debate, porque volverá, aunque haya sólo una rosa en el jardín.