Estos días estamos inundados de noticias sobre corrupción política, tocando de lleno al PP que históricamente contaba con menos casos de corrupción en su haber que el PSOE , bastantes menos. Tenemos encima de la mesa la próxima comparecencia de Rajoy como testigo ante el juez por su etapa de secretario general del partido y la financiación irregular de éste. Tenemos a Esperanza Aguirre sollozando tras su declaración en los juzgados por el caso Canal Isabel II, con su segundo Ignacio González en prisión preventiva , durante la época en que ambos eran máximos dirigentes de la Com de Madrid, tenemos a Fco Granados (tercero de la Com Madrtid) cumpliendo condena por otros delitos anteriores en relación a su cargo, tenemos la Gurtel, tenemos Bárcenas..
Hay con todo una corriente de opinión cuando hablas con la gente que te dice apuntando arriba , al líder: seguro que él no ha metido la mano en la caja, habrán sido sus segundos aprovechándose de su confianza... Eso es querer anteponer la imagen o carisma del sujeto a la dura realidad del delito. No hay más que estas tres posibilidades: el líder no estaba enterado del fraude de sus colaboradores, el líder estaba enterado y lo consintió por acción u omisión, el líder participó en el fraude. En cualquiera de los tres casos, el líder es responsable porque su puesto lleva esa responsabilidad intrínseca; el daño al sistema y al contribuyente ya está hecho sea como sea que se repartan los papeles. Y no basta minorar responsabilidades ni poner atenuantes porque no haya intervenido en el saqueo de las arcas públicas directamente o no se haya enterado o querido enterar. En cuanto una de esas tres premisas de corrupción alcance al dirigente de turno, debe dimitir automáticamente por responsabilidad política, amén de la penal que se pueda derivar de la investigación.