Está de actualidad estos días el futuro de los estibadores españoles. Para situarnos, la creación de este colectivo arranca de la época franquista, concebido para dar trabajo a los soldados españoles que habían combatido en la llamada División Azul apoyando a Alemania en la Segunda Guerra Mundial. Se constituyó como un sindicato “vertical”, es decir, bajo la autoridad del poder establecido y con la finalidad de tejer un pequeño coto laboral donde recolocar a esas personas a su vuelta de la guerra. Poco a poco y bajo el paraguas del poder, el colectivo de estibadores fue consolidando y ampliando sus derechos y cerrando el acceso a todo aquel que no fuese admitido por la dirección del sindicato o formase parte del entorno de los ya integrantes. Tampoco a ninguna otra empresa que pudiera prestar la misma actividad en el sector. Y fijando ellos mismos sus propias condiciones laborales, con cargo a papá Estado claro. Todo un círculo virtuoso.
Estas reminiscencias se han mantenido durante la transición y posteriores gobiernos, hasta que la UE, que debe velar porque en sus territorios no exista diferencias discriminatorias en un mismo sector de actividad y sí libre competencia, le reconvino al primer Gobierno del Sr. Rajoy para que preparase una regulación del sector dentro de las anteriores directrices.
El Sr. Rajoy lo pudo haber realizado sin ninguna cortapisa en la primera legislatura pues tenía mayoría absoluta, pero como quedaban cerca las próximas elecciones y previendo el pulso que ese colectivo privilegiado le iba a echar, pues aunque apenas son 7.000 afectados y por tanto limitado su impacto social, la noticia puede ser magnificada ante la opinión pública según en qué medios y por qué vías, por lo que pensó el Sr. Rajoy que sería mejor esperar a que pasasen las elecciones y ya se abordaría la reconversión del sector sin conflictividad social que pudiera perjudicarle. Es decir , esperar a una mejor oportunidad …….
Ahora la UE le apremia a que se ponga manos a la obra, ahora que no tiene mayoría absoluta, ahora que sus apoyos son débiles y circunstanciales como se ha demostrado, ahora que los estibadores se han puesto en pie de guerra con huelgas y movilizaciones, como era inevitable que pasara. Y todo ello, con una nube negra en el horizonte en forma de multa de 134.000 € a nuestro país por cada día de retraso en presentar la propuesta a la UE. Multa que debería ser pagada, no por todos nosotros, sino por el Sr. Rajoy y sus ministros por oportunistas.