Los que éramos escépticos con la aplicación del art 155, ya no lo somos, la realidad nos ha situado. La aplicación de este art se reduce a convocar elecciones autonómicas sin tiempo para haber depurado las responsabilidades de todos los cargos públicos implicados en esta trama, sin tiempo tampoco para coger las riendas de la educación que es el gran motor que pervierte el mensaje independentista, habiéndola dejado reposar y depurar en manos del Estado durante un periodo prudencial, sin haber desmantelado tampoco los medios de comunicación autonómicos que han estado al servicio de este proceso. Y sobre todo, unas elecciones a las que se van a presentar los mismos partidos y candidatos que fueron los causantes de la aplicación del referido artículo, qué paradoja.
Los sondeos además apuntan a que el resultado tras las elecciones no variará mucho la actual composición del parlamento catalán, por esa premura en convocar estas elecciones para dar la sensación de que no pasa nada, de que todo sigue dentro de la normalidad y son unas elecciones más.
Vamos a ver qué sucede y cómo salimos de este galimatías, pero ya estamos perdiendo todos los que pensamos que un gobierno está para gobernar con firmeza, en lo bueno y no tan bueno, para eso lo elegimos. Pero si lo que se pretende es situarse siempre en la moderación como valor superior, y además se hace de forma errática esa persistencia en la moderación no hace más que ahondar el problema: pues ni repara el daño causado ni proporciona remedios para evitarlo en el futuro.