Habría que vivir cada día,
unos instantes
al filo de la ausencia, la añoranza o la pena,
y contar con la posiblilidad
de recomponer esos sentimientos
en las personas que nos hacen felices,
nos quitan la pena
y nos devuelven la luz.
Cuántas veces hemos de asomarnos
a la distancia para divisar de lejos
lo que no supimos hallar de cerca.
A un palmo de cariño.
Los sentimientos no viven
ni mueren por sí solos,
sino cuando se les quiere
se les maltrata
o se olvidan.