Podría abstraerme de mí
y de la preocupación que me acucia
horas enteras.
Podría demorar
en el tiempo infatigable
mi propia debilidad.
Y nada habría cambiado.
Tengo cojeante la voluntad
y la fortaleza cristaliza en mil añicos
a punto de estallar.
Me debo a una resolución firme
que me reclama,
y todo cuánto soy capaz de ofrecerme
es un poema sin resuello ni vocación.
Más no veo la tarde
hoy dispuesta
a preñarse con galán
de rigurosas aseveraciones.
Antes bien, su serenidad
se contagia y se impone
en este crepúsculo estival.
No seré yo quién la turbe
ni perturbe
mi pena acomodada.
Pero mañana.....
¡ Dios mío , qué será de mí mañana !