Me has entregado tu diario,
el que te acompañó en los largos días de ausencia,
el único que acudió a tu llamada
cuando nadie querido había cerca.
Te has confesado ante él
como ante el amigo sincero,
escuchó cuanto dijiste,
respetó lo que callabas.
Nunca llegó a confesar
si llorabas o no llorabas.
Hoy ya leído, me dices
que me lo quede si quiero,
como quién abandona un estorbo
que dio su fruto y quedó feo.
Yo lo guardo,
me lo quedo,
porque es guardar lo que fuiste
y recuperar el recuerdo
de aquellos momentos
en que lejos
tantas veces
escribiste
en tu diario: te quiero,
te quiero.....