Debería dejar que el ciclón
me arrojase lejos
sin billete de vuelta.
Darlo todo por perdido para salvarme,
quemar mi vida tras una bandera,
evitar que restañen las heridas
y expulsar la sangre a bocanadas
como una borrachera.
Y así quizá un día pueda
mirar de frente el cielo
y mirarme luego adentro,
para encontrarme nuevo.
Quizá un día que sea primavera