Nubla la mirada
lejano el pensamiento,
absorbido por la distancia
y el olvido.
Se me pasan las horas
en la tinta de mi vida,
soy prisionero de la improvisación
y de mi pulso.
El pensamiento me trasporta
y me pinta la realidad de desfigurados colores:
unas veces claros,
otras oscuros,
en ocasiones sin forma.
Aspiro el humo de la soledad
y el insomnio de la noche,
nadie me acompaña ahora
y todo me hace compañía.
Me enfrento solo a mí mismo.
Estoy cansado y un poco ebrio,
pero lleno de sinceridad.
Quisiera dibujar mil páginas con palabras,
trasnportarme de aquí para allá con mis versos,
mas tanta inquietud se escapa
entre las redes del pensamiento,
no puedo abarcar tanto sentimiento.
He de acostarme,
he de dejar que nazca y muera por sí solo
este fino hilo de pureza mío.
el sueño aliviará
la sensación adormecida.