Las personas sustentaríamos nuestras reacciones en tres pilares:
Estos serían los pilares iniciales que sustentarían el resto de la casa emocional de cada persona.
EL AUTOCONTROL
Funcionaría como un resorte automático y mecánico que se desata un instante previo a cualquier reacción. Un autocontrol cuya funcionalidad básica es anular la reacción espontánea, provocando antes bien una reacción siempre meditada por muy rápida que haya de producirse ésta. Ello no hay que confundirlo con aplacar o anular la reacción necesariamente, sino la de situarla en su justo punto: hablar si hay que hablar, callar si toca callar, pero siempre desde una perspectiva de análisis previso, a su vez ágil, inmediato, autónomo, siempre vivo, en funcionamiento. Evitaría la reacción instintiva e inconsciente; en una palabra, el autocontrol es ante todo un ejercicio de voluntad emocional.
LA ATENCION CONSCIENTE
La atención consciente de nuestras emociones sería por una parte el paso siguiente al Autocontrol en el proceso emocional,y por otra un estado en el que nos encontraríamos de forma regular y natural en nuestro devenir emocional cotidiano, que va sembrando y preparando a forma de entrenamiento nuestro propio estado emocional en base a ese estar atento de forma consciente a la reaccion, saber reaccionar correctamente en el próximo hecho emocional que tengamos que afrontar, minorando el peso que debe ejercer el Autocontrol en el proceso. Cuanto más entranada la Atención Consciente menos esfuerzo tendrá que hacer el Autocontrol. Dicho de otro modo: cuanto más y mejor ejercitemos la atención consciente, más y mejor fluirá en nuestras reacciones el Autocontrol.
LA REFLEXION
Una vez analizadas estos dos principales pilares del ejercicio emocional tenemos algo que vendrá casi por si sólo (y si no, hay que procurarlo): La Reflexión. Si conseguimos un buen autocontrol y empleamos una atencion consciente a nuestras emociones, tendremos abonado el campo para llevar a cabo reacciones controladas, permitiendo una reflexión global del proceso que se convertirá en un circulo virtuoso. Cuanto más reacciones controladas tengamos (fruto del autoconcrol y la atención consciente) mejor me sentiré al pensar sobre ello. Si este cóctel lo aderezamos con unas gotas de positivismo, es decir, reflexionando para conseguir emociones positivas, sanas, queridas, nos acercaremos mucho a la virtud de las virtudes: la ecuanimidad. (equidad, discernimiento, juicioso) ; quien tiene ecuanimidad tiene el equilibrio, y por tanto la inteligencia y la virtud de las cosas. Y lo que se practica, acaba por sentirse.