El miedo

El miedo es una de las emociones más consustanciales al ser humano, teniendo una doble vertiente:  por una parte nos salvaguarda de las amenazas que afectan a nuestra supervivencia e  integridad.  Sin miedo asumiríamos riesgos desproporcionados e innecesarios . Y por otra,  un miedo desproporcionado o irracional puede jugar la baza contraria, paralizarnos y sucumbir a la amenaza.
Se siente miedo con la misma naturalidad que sentimos celos, alegría o tristeza....Sin embargo es uno de los principales motivos del sufrimiento humano.  ¿Por qué ?  Por una parte por  el miedo a lo desconocido, que nos genera incertidumbre, la incertidumbre inseguridad y ésta miedo. Y por otro lado por  la certidumbre del miedo que ya conocemos, que ya hemos experimentado, y que por tanto recordar sus consecuencias nos hace recaer en el círculo vicioso del miedo. Es  lo que se conoce como el miedo al miedo.
Este es el  más ascendente en el sufrimiento humano, porque la incertidumbre aunque perturba nuestro ánimo se ignora mientras no se padece, sin embargo el miedo conocido queda en nuestros recuerdo, especialmente cuando éste ha sido angustioso y desesperanzado. A partir de ahí nuestra mente empieza a crearse tanto miedos como recuerdos atesora o se inventa. En este caso, el elemento generador del miedo ya no es tanto la circunstancia externa u objetiva vivida , sino nosotros mismos, nuestros propios miedos, lo que lo hace especialmente angustioso, pues la persona  llega a pensar que la solución no puede provenir del propio causante del problema: yo y mis miedos. Se ve cercado por sí mismo.
Sentir miedo no es nada anormal, tiene un componente protector, pero en exceso puede llegar a ser destructivo
¿Podemos eliminar el miedo? No lo podemos eliminar totalmente, pues sentirlo es inherente a nuestra estructura emocional.  No podemos evitar  que el  miedo aparezca en nuestras vidas, pero sí se puede minorar, convivir con él ,  incluso llegar a superarlo. ¿Cómo hacerlo ? No hay que desafiar al miedo ni tampoco darle la espalda, hay que intentar conocer nuestros miedos, identificarlos, situar su origen y el alcance de sus consecuencias. Si me topo con un león en plena selva, todo el pavor que sienta está justificado, es un miedo sin conjeturas, cierto e inminente. Sin embargo, el pensar que por hacer un viaje organizado de turista a la selva voy a ser devorado por un león, es un miedo sobrepasado e improbable. A este último nos referimos. Si no  desbrozamos ese miedo, se volverá un muro infranqueable que nos tapará las salidas. Por contra, los miedos  identificados, analizados , pasan a ser menos miedos o miedos asumibles. Y cuando los hemos superado o asumido, comprobamos que en la mayoría de los casos el alcance no ha sido tanto como temíamos, o aún siéndolo nos daremos cuenta de que se pasa página y la vida sigue porque así es nuestra estructura vital y existencial. El miedo forma parte del camino, pero no acaba con él.
Tenemos que ser conscientes y estar preparados a que el miedo va a ir ligado al propio al hecho de vivir, no a un hecho desgraciado que hemos tenido la mala suerte de experimentar. Solo el tener presente esta idea, hará que la llegada del miedo sea una ola que nos agita pero no un maremoto que nos hunde.  El problema se presenta cuando el miedo pasa de ser algo normal  a ser excesivo, neurótico, obsesivo, irracional ....
Por tanto tengamos claro que vamos a tener miedo ante determinadas situaciones. Ya es algo, pues eliminamos el factor sorpresa o fatalidad sobrevenida;  con eso ya hemos puesto en nuestro subconsciente un primer escudo. Después debemos analizar:  por qué siento este miedo, qué consecuencias temo, y si llegan a darse o no esas consecuencias.... ¿hay salida o muero de miedo ?  Lo racional es pensar que nuestros miedos no son la realidad, son nuestros miedos, conjeturas de nuestra pensamiento con mas o menos base y con un alcance que no siempre es proporcional al temor previo que sentimos.
Lo racional y lógico es pensar que a lo largo de nuestra vida padeceremos  episodios de miedo,  pero las más de las veces continuaremos  adelante tras padecerlo/superarlo, porque lo contrario sería tanto como asumir que las personas no estamos capacitados para soportar experiencias consistentes de miedo, pues sucumbimos a éste al menor contratiempo, impidiéndonos siquiera haber llegado dónde hemos llegado; de ser así no hubiese habido desarrollo ni evolución de la especie humana. Y eso no es verdad. Por tanto desde un mero planteamiento deductivo, el miedo no es una emoción finalista o insalvable , sólo una estación más. Las pruebas están ahí, en cada uno de nosotros, portadores de episodios de miedo en según qué circunstancias y cohabitando con él. Ahora bien, como toda emoción debemos observarla y prepararnos para recibirla. Si no estamos preparados, si no sabemos con qué equipaje contamos ni hacia donde vamos, entonces estaremos a expensas del puro azar, de cualquier miedo que se presente. 
La meditación nos puede ayudar precisamente a éso, a estar preparados y prevenidos. Reflexionando primero sobre el problema para situarlo en su justo punto, y luego a adistrar la mente con ejercicios para saber encarar mejor ese problema , darle la importancia justa  y el alcance de sus consecuencias, sin olvidar nunca que el miedo pasará, porque todo pasa, y en nuestra esencia está seguir adelante , y lo vivido debe ser una experiencia para fortalecernos y no para aniquilarnos . La meditación por lo tanto y como casi siempre, tiene un papel preventivo para interpretar el miedo ( u otras emociones) y aprender a vivir con nuestros miedos, no hay forma de apartarlos para siempre porque aparecen y aparecerán, hay que preparar el entorno, el antes, y cuando llegan fajarse con ellos con esas armas. No podemos evitar que llueva, pero sí llevar el paraguas a mano por si llueve. Si no puedes cambiar la circunstancia, cambia la forma de encararla. Y la habrás cambiado.
Cuando el miedo nos puede bien por nuestra propia naturaleza (un mismo acontecimiento cada persona lo da una importancia distinta) bien porque somos poco previsores y no hemos cogido el paraguas, puede desencadenar en alteraciones graves del ánimo o volverse patológico siendo una de las principales causas de las enfermedes mentales, fobias, depresión, neurosis,  muchas de ellas debido al miedo al miedo. Eso es lo que hay que evitar, trabajar contra el miedo al miedo, que es el más patológico , tenemos que entrenarnos para vencer el recuerdo del miedo o si no podemos,  a convivir con él  que es una forma de vencerlo. No dejarle hacer mayor destrozo que el estrictamente necesario. La meditación pues se sitúa en la previa, en entrenarse  en convivir con los miedos sin tratar de evitarlos ni rechazarlos ni maldecirlos porque va en nuestra naturaleza el sentirlos, como va el tratar de racionalizarlo, de poner nuestros recursos al servicio de nuestra mente para darle su justa importancia casi siempre menor a lo realmente acontecido,  y seguir adelante. El hacerlo así nos perfecciona, nos fortalece como personas y nos dignifica. Las mayores gestas de la historia se han hecho por personas que sintieron miedo o tuvieron que convivir en ambientes de extrema dureza o pavor, y lo lograron .
La meditación por ejemplo, nos ayuda a discernir y reflexionar que ante un mismo problema, el mero paso del tiempo a cambiado nuestra percepción sobre el mismo o simplemente que el potencial problema se ha solucionado o cambiado el caríz por el propio devenir de las cosas (todo pasa, todo es cambiante, todo fluye) o simplemente que la causa del miedo no llegó a producirse. " Cuanto sufrimiento padecí por cosas que nunca llegaron a suceder..... "
Valiente no es el que no siente miedo, sino el que lo siente y lo supera.